La región está experimentando crecientes niveles de incertidumbre y volatilidad, afirma el Centro de Estudios Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Chile (Ceiuc) en la segunda edición de su índice Riesgo Político América Latina 2022, en el que ha identificado diez riesgos a los que países latinoamericanos se enfrentan.
Esta decena de riesgos van desde la erosión de la democracia, el ascenso del cambio climático, el riesgo del retorno de la violencia, hasta la proliferación de economías ilícitas y ciberamenazas. El informe advierte que esta profundización de riesgos existentes y la aparición con fuerza de otros riesgos emergentes son un desafío al que la región no deberá acostumbrarse.
La segunda edición contó con la participación de 1.144 personas y adicionalmente se conformó un panel de 170 expertos de América Latina y el Caribe, que incluyó a expresidentes de países de América Latina, autoridades regionales, líderes de opinión y académicos.
Daniel Zovatto, investigador senior del Ceiuc y uno de los editores del informe, dice que “América Latina enfrentará otro año complejo. Los niveles de incertidumbre, volatilidad, riesgo político y polarización se mantendrán altos” y que “el populismo, el sentimiento antiélite y el nativismo xenofóbico seguirán presentes y la combinación de todo ello hará la gobernanza crecientemente compleja”.
Clasificados, en orden de importancia, de acuerdo con el citado informe, el primer riesgo al que se enfrenta la región es la erosión democrática. También señala que hace más de 40 años se iniciaba la “tercera ola” democrática en América Latina, en la que décadas de dictaduras militares y personalistas daban paso al restablecimiento democrático y que en 2005 todos los países eran considerados democráticos, con la excepción de Cuba. Pero que, actualmente, la tendencia mundial es de creciente deterioro y retroceso democrático, y la región no es la excepción. Según el índice de Democracia del The Economist Intelligence Unit 2020 en América Latina hay tres dictaduras consolidadas -Cuba, Venezuela y Nicaragua-, y se califican como regímenes híbridos a Honduras, El Salvador, Bolivia y Guatemala.
El documento advierte también que, aunque durante la pandemia el número de democracias se ha mantenido, más de la mitad de los países han experimentado erosión en sus características elementales, y que un gran número de gobiernos aprovecharon las restricciones sanitarias para debilitar el Estado de derecho, las libertades y los controles institucionales, lo cual desencadenó problemas de gobernabilidad en Perú; ataques contra organismos electorales en Brasil, El Salvador, México y Perú; escándalos de corrupción como los Pandora Papers en Chile, Colombia o Ecuador, y las derivas populistas en El Salvador y Brasil.
El informe refiere que los mecanismos regionales creados para la protección de la democracia, como la Carta Democrática Interamericana, deben ser actualizados e incluir estas nuevas amenazas.que por lo demás son latentes, como se han visto en los últimos tiempos en algunos países de la región, con el indiscutible guion cubano y la letra del Foro de Sao Paulo, que desde hace más de 20 años viene persistiendo en la desestabilización de algunos gobiernos en del continente suramericano y centroamericano, lo cual obviamente es latente si observamos las informaciones que casi a diario reflejan las informaciones de los medios de comunicación.
A partir de 2014 empezó un proceso de desaceleración latinoamericana, después del periodo de mayor crecimiento en las últimas décadas, lo que ha impuesto retos a la región, que ha visto la reversión de algunos progresos hechos en la primera década y media. Comenzó a subir la pobreza y la sostenibilidad de los planes sociales ha sido más precaria. y por otro lado, el comercio internacional creció poco y están subiendo las tasas de interés, todo lo cual configura una situación que ha sido como un caldo de cultivo para los llamados socialistas, que no han perdido la oportunidad de llevar a cabo su siniestro plan por los medios nada convencionales y naturales propios de una democracia.
En Venezuela hace pocos días, el general de División (Ej.) Manuel Ricardo Cristopher Figuera, exdirector del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) en el régimen de Nicolás Maduro, en carta pública dirigida al capitán Diosdado Cabello, primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, no solo lo increpa duramente y lo reta a que lo desmienta en torno al tema de la seguridad y defensa de Venezuela, sino que además revela las coordenadas en las que operan los rusos en distintas bases estratégicas del país.
Este mismo alto oficial denunció que una de las bases rusas funciona dentro de la 41 Brigada Blindada en el estado Carabobo y otra en Manzanares, estado Miranda. En esta última –según su denuncia– funciona la Base Militar Rusa de Exploración de Comunicaciones e Inteligencia, destinada a proteger a Nicolás Maduro y destacó que a la entrega de soberanía de Venezuela a Moscú se suma la “recepción de más infraestructura y medios militares”, lo que sin duda alguna constituye una manifiesta y abierta presencia de militares euroasiáticos.
Esta es solo una pequeña perla en el medio de un océano de incertidumbre, para algunos jefes de Estado latinoamericanos de marcada tendencia democrática, entre otros los presidentes de Colombia y Brasil, Duque y Bolsonaro, respectivamente, que asoman con verdadero temor la escalada que pudiera seguir ocurriendo si no se detiene a tiempo, esta dura embestida del socialismo comunista, disfrazado de humilde redentor de penas y sufrimientos de los pueblos latinoamericanos.
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