William Carvalho, de discutido a imprescindible bajo la batuta de Pellegrini

Hay jugadas que quedan grabadas en la retina de los aficionados y permanecen para siempre en la memoria pese al paso de los años. Genialidades que regalan unos pocos elegidos, auténticos virtuosos del balón, que trascienden incluso los colores provocando admiración y elogios de manera generalizada. Y aunque ocurren de manera muy, muy esporádica, cuesta poco identificarlas y convertirlas en la comparación recurrente de otras que tal vez vendrán.

Anoche vivimos una de ellas en el Estadio de Vallecas, en la ida de semifinales de la Copa del Rey, con William Carvalho como protagonista. El centrocampista portugués, parando el tiempo dentro del área, sacó de su chistera un caño imposible y una definición sutil para acercar a su equipo al sueño de volver a conquistar un título. Y de paso, enterró las mínimas dudas que alguien pudiera aún tener sobre su recuperación absoluta para el proyecto verdiblanco.

Porque después de un primer año notable en el club, a las órdenes de Quique Setién, y una segunda temporada marcada por las lesiones, con Rubi, el internacional luso había ido de más a menos con Pellegrini hasta el punto de convertirse en candidato claro al traspaso. Sólo una mala Eurocopa y la falta de propuestas que se acercaran a los casi 20 millones que el Betis pagó en su día al Sporting de Portugal por su traspaso parecieron frenar su salida.

Pellegrini, el gran valedor de William Carvalho

Pero lo cierto es que hubo algo más que motivó que William Carvalho siguiera este curso en la plantilla bética: la decisión inamovible de Pellegrini. Contra la opinión generalizada de que el portugués era un futbolista amortizado que ya no podía aportar lo que el plan de crecimiento verdiblanco necesitaba, el Ingeniero se plantó, convenciendo a los máximos responsables del club de que estaba seguro de que lograría recuperarlo para la causa.

Dicho y hecho. Tocando la fibra del poderoso centrocampista internacional y llevando a cabo un metódico plan de trabajo para optimizar su estado de forma, que tiene continuidad fuera incluso de la Ciudad Deportiva por parte del jugador en sesiones privadas en el gimnasio, el técnico chileno del Betis ha logrado no solo que William Carvalho vuelva a ser un futbolista útil para su equipo sino que se convierta, a día de hoy, en una de sus mejores armas. Un talento con una interminable variedad de registros que recuerda, ahora sí, al que lideró la sala de máquinas de la Portugal campeona de Europa en 2016.

Lejos del perfil de mediocentro físico que brilla en las labores de destrucción, William Carvalho, con su 1,87 metros de estatura y su portentoso físico, es un futbolista de lo más completo: un volante creativo capaz de darse la vuelta con el balón controlado para salir indistintamente hacia izquierda o derecha, un organizador que lee el fútbol como pocos, con gran facilidad asociativa y al que cuesta la misma vida robarle la pelota, un llegador capaz de sorprender desde segunda línea para asomarse a zonas de remate en el área…

El famoso ‘modo cápsula’ de William

Con su famoso ‘modo cápsula’ en pleno apogeo, aislándose de las críticas y centrándose exclusivamente en su trabajo, el portugués se está convirtiendo en un futbolista decisivo para el Betis esta temporada. Tanto en LaLiga y la Europa League, como sobre todo en la Copa del Rey, donde suma ya dos golazos, uno en Valladolid y el de anoche frente al Rayo, y tres asistencias. De ser un jugador prácticamente desahuciado ha pasado a transformarse en una pieza clave en el engranaje de Pellegrini, cuyo plan parece más fiable y contundente con el portugués en el terreno de juego.

Con el de ayer son ya 30 partidos los que suma William esta temporada entre todas las competiciones, con dos goles, cuatro asistencias y 1.804 minutos de juego. A este nivel, no tardará mucho el Betis en citar a sus agentes para intentar cerrar la renovación de su contrato, que expira en 2023, ni tampoco en sonar su teléfono con ofertas tentadoras. Porque esta versión de Carvalho, que sueña con levantar un trofeo y con meter a su equipo en la próxima edición de la Champions, es otra historia. Y a buen seguro tendrá también su sitio en el Mundial de Qatar…