Las guerras no se sabe cómo acaban, siempre son crueles, lo peor que le puede pasar a la humanidad.
Señor Director:
Rusia o, mejor, Vladimir Putin, como se temía, comenzó una intervención a sangre y fuego en Ucrania. De nada valieron la diplomacia ni las presiones de Estados Unidos y la Unión Europea. Ese plan del presidente ruso ya venía de lejos, lo tenía calculado. Se había dicho que después de los Juegos Olímpicos de Invierno atacaría, y dicho y hecho. Putin quiere poder, dominio y fortalecerse como potencia. Pero todo a costa de vidas humanas. Es una brutalidad. Nada justifica ese derramamiento de sangre.
Él hubiera podido pasar a la historia como un hombre sensato y con grandeza, pero prefirió llevar sobre sus hombros muchos muertos, incluidos los de sus soldados, porque eso son las guerras, por más que haya un bando superior. Y no olvidemos que Ucrania también tiene cómo defenderse. Las guerras nunca se sabe cómo acaban, pero siempre serán crueles, lo peor que le puede pasar a la humanidad.
Ya vemos a decenas de miles abandonando el país. Y eso también es tragedia para el mundo. Dios permita que no escale a grandes proporciones a otros países. Que no se rinda la diplomacia.
José Francisco Piñeres
La deforestación de Chiribiquete
Señor Director:
Es una atrocidad lo que viene sucediendo con los parques naturales y, en este caso, con el más grande del país, Chiribiquete, declarado por la Unesco patrimonio cultural y natural de la humanidad, afectado por la deforestación de miles de hectáreas y desplazamientos de resguardos indígenas.
Ni siquiera el Gobierno Nacional estaba enterado, si no es por una entidad particular, la Sociedad Zoológica de Fráncfort (FZS), que monitorea imágenes satelitales, de semejante atrocidad.
El Gobierno, a través del Ministerio de Ambiente, ha implementado políticas ambientales que no han sido lo suficientemente fuertes como para detener este crimen ambiental, que debe ser reforzado, sin duda alguna, instalando un batallón militar permanente, que luche contra este flagelo sin control.
Jorge E. Prieto C.
Un mensaje perverso
Señor Director:
El asesinato de líderes sociales en Colombia es una desgracia, es una práctica espantosa a manos de grupos ilegales a quienes ellos, valientes, les son muy incómodos para sus intereses. Esta semana asesinaron a Teófilo Acuña y a Jorge Tafur, en San Martín, Cesar. Con ellos este año, en solo dos meses, van 30 líderes asesinados. El Estado no puede seguir dejando a la mano de Dios a estos seres. Hay que cuidarlos, acompañarlos y perseguir a los criminales, ofrecer recompensas. Al menos, que sus muertes no queden impunes. El mensaje de estos crímenes es perverso y triste.
Carmen Rosa Novoa
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